viernes, 27 de abril de 2012

Una lectura al Libro II, capitulo VI, del De Anima: sobre la percepción auditiva.


Introducción


En el libro segundo del De anima, capitulo VI, Aristóteles explica el concepto de “sensible propio”: “Sensible”  se dice de tres clases de objetos, dos de los cuales diremos que son  sensibles por sí, mientras que el tercero lo es por accidente. De los dos primeros, a su vez, uno es propio de cada sensación y el otro de común a todas. Llamo, por lo demás, “propio” a aquel objeto que no puede ser percibido por ninguna otra sensación y en torno al cual no es posible sufrir error, por ejemplo, la visión del color, la audición del sonido y la gustación del sabor”[1]. El sensible propio, según nuestro pensador, es el objeto que le es propio a un sentido, por ejemplo, a la vista o la visión en la medida que ve un objeto, a la audición en la medida que escucha un sonido. En el caso de la visión el objeto o sensible propio a este sentido es el color, en el caso de la audición es el sonido. Son además, sensibles propios, porque estos objetos no pueden ser percibidos de otro manera, por ejemplo, el color por la vista, el sonido por la audición , el sabor por la gustación.
Por otra parte, en Aristóteles  el concepto de “sensible propio” se explica a partir de su doctrina de la potencia y el acto. En los análisis aristotélicos sobre cada uno de los sentidos la doctrina de la potencia y el acto es fundamental. Es lo que  lleva a Aristóteles  definir lo propio del sentido. Esto es, un sensible propio es un objeto que pone en movimiento, actualiza, lo que esta en potencia en un sentido, por ejemplo, en el sentido de la vista el ver, en el de la audición el percibir un sonido. Una cuestión central en el análisis de Aristóteles respecto a cada uno de los sentidos es el medio que posibilita el transito de la potencia al acto, por ejemplo, en el caso de la visión que tiene como sensible propio el color, Aristóteles dirá que el medio es la transparencia; en el caso de la audición que tiene como sensible propio el sonido, Aristóteles dirá que el medio es el aire.

En este ensayo buscamos probar lo siguiente: Aristóteles demuestra que el alma es agente productor de la voz explicando el modo en que se pasa del sonido en potencia al sonido en acto, en objetos estructuralmente capacitados para producir sonido. Para demostrar esta proposición central ofreceremos dos proposiciones intermedias con una serie de argumentos que se sustentan en el mismo texto de Aristóteles.



I

Primera proposición. Aristóteles muestra  las condiciones para que se pase del sonido en potencia al sonido en acto. Explica en que consiste el sonido en acto: “El sonido en acto es siempre producido por algo, contra algo y en algo”[2]. Es decir, el sonido es producido por algo (un golpe), de un cierto modo (el desplazamiento en un espacio) y sobre algo, un cierto soporte material potencial de producir sonido.

 Veamos el siguiente argumento aristotélico sobre este asunto y los textos que lo fundamentan. Para que se produzca un sonido ha de  haber un soporte material que tenga la capacidad de producirlo. Este soporte material actualiza dicha capacidad si su estructura es capaz de poner en movimiento una cierta cantidad de aire (desplazamiento). Es decir para Aristóteles el sonido es producido porque hay una estructura que puede cumplir esta función,  señala:   “De ciertas cosas decimos que carecen de sonido, por ejemplo, la esponja y la lana; de otras cosas -el bronce y los objetos duros y lisos-  decimos que sí lo tienen  porque pueden sonar, es decir, pueden producir un sonido en acto en aquel medio que se encuentra entre ellas mismas y el oído”[3]. No es cualquier estructura material la capacitada para producir sonido. Se necesita de un cierto soporte que tenga las condiciones de generar una cierta proporcionalidad. En el caso de la audición y el sonido, una cierta medida de aire en movimiento. El sonido para Aristóteles es una cierta medida o proporción. Esta proporción la vehicula el medio entre el órgano sensorio y el sensible propio de ese órgano. El paso de la potencia al acto esta en estrecha relación con esta proporción. La actualización acontece bajo una medida con la cual, por ejemplo, el sonido llega hasta el órgano sensorio del oído como sonido y no como ruido. Cuando esto ocurre lo que tenemos es el paso de la potencia de oír al oír en acto en términos de un cierto lógos (aisthesis). Subrayemos  de este primer texto de Aristóteles que el sonido es posible por ciertos objetos materiales que tiene la capacidad de producirlo y esto porque estos objetos materiales pueden entrar en relación con el medio que permite la adecuación entre el órgano sensorio y el sensible propio.

Un segundo argumento textual de Aristóteles dice lo siguiente: “Como acabamos de decir, el sonido no es el golpe de cualesquiera objetos; la lana, en efecto, no produce sonido alguno por más que la golpee, pero sí lo producen el bronce y toda suerte de objetos lisos y huecos: el bronce, por ser liso, y los objetos huecos porque en virtud de la repercusión producen reiterados golpes además del primero al no poder escapar el aire puesta en movimiento. Añadiremos que se oye en el aire y también en el agua, pero menos. El agente principal del sonido no es, sin embargo, ni el aire ni el agua, sino que es preciso que objetos duros se golpeen mutuamente y golpeen  el aire”[4]. Para que se produzca el sonido debe haber una agente o causa. Aristóteles señala que este agente es un golpe entre dos cosas u objetos duros. Sin embargo, a pesar de que no se produce sonido si no es porque primero se golpea algo contra algo, no basta el mero hecho de golpear, algo más se necesita y esto es que los objetos que se golpean entre si tenga una cierta consistencia y estructura (que incluye su forma), “duros” y “lisos”, dice Aristóteles. Es decir, los factores que condicionan la producción de un sonido  son un golpe y objetos de una determinada composición material. Si están presentes los dos factores anteriores  entonces el medio entra en actividad bajo una cierta proporción que en el caso de la audición es el sonido. El objeto material que tiene la capacidad de producir sonido además de ser duro y liso debe tener una  forma específica, es decir, debe ser hueco.  Aristóteles explica que los objetos que poseen una cavidad pueden albergar aire, lo dirá mas adelante cuando explica el órgano sensorio del oído. Los objetos huecos esta en mejor disposición para poner en movimiento el medio que hace posible el sonido esto porque pueden vibrar o, como dice Aristóteles, repercutir. Se puede reconocer de un modo medianamente accesible que para Aristóteles el sonido no es cualquier tipo de vibración, pero además que el agente del sonido no es cualquier golpe que se infiere a objetos capaces de producir sonido. Por consiguiente, se trata de un modo de poner en movimiento el medio en el cual el sonido en potencia pasa a ser sonido en acto y para ello se requiere de cierta proporcionalidad de la estructura material generadora del sonido, del agente que actúa sobre esta estructura, del medio que actualiza el sonido y del órgano sensorio que capta esta proporción.

En un tercer texto Aristóteles comenta: “¿Qué es lo que suena, el objeto que golpea o el golpeado?  Más bien uno y otro aunque de distinta manera: el sonido es, en efecto, el movimiento de algo capaz de moverse en la forma en que lo hacen aquellos objetos que, al hacerlos chocar, rebotan en una superficie lisa. Ya ha quedado aclarado que no  todo objeto que golpea y es golpeado suena, por ejemplo, si una aguja choca con otra aguja; antes al contrario, es preciso que el objeto golpeado sea liso para que rebote y vibre el aire en bloque”[5]. Nuevamente Aristóteles vuelve sobre los objetos capaces de producir sonido. Estos deben tener una cierta estructura para hacer posible el sonido. El soporte material  es necesario para que se produzca la proporcionalidad adecuada a un sonido. La estructura material debe ser aquella  capaz de “administrar” esta proporcionalidad que haga posible el paso del sonido en  potencia al sonido en acto[6]. Por otro lado, hay que subrayar de esta cita consignada que ahora Aristóteles enfatiza que el objeto golpeado ejerce una acción sobre el aire puesto en movimiento por él, es decir, es capaz de poner en movimiento una cantidad de aire. El objeto golpeado, por la vibración, es capaz de estar en movimiento, por consiguiente, es capaz de poner en actividad el medio del sonido y hacerlo de un modo sostenido, por lo menos, por una cantidad de tiempo y bajo un cierto control.


II

Segunda proposición. Aristóteles explica que en el caso del ser animado que puede emitir voz, un nivel más complejo de sonido, esto es posible porque el modo en que se pasa de la potencia al acto, además de poseer las mismas características “fenomenológicas”  que producen el sonido, el agente es el alma.

La proposición anterior esta sostenida en el argumento que demuestra, por un lado,  que la voz en el ser animado está en potencia porque posee el soporte material que funcionalmente posibilita la emisión de la voz. Pero la voz no es un sonido cualquier porque el agente es el alma. La voz es un modo muy peculiar de proporcionalidad y esto porque le esta  asociada una representación.

El primer argumento textual que respalda lo señalado anteriormente es el siguiente: “La voz es un tipo de sonido exclusivo del ser animado”[7]; por otro lado explica,   “Por lo demás,  aquellos peces de que se dicen que poseen voz- como los del río Arqueloo- se limitan a producir sonidos con las branquias o con cualquier otra parte por el estilo. La voz, por el contrario,  es un sonido producido por un animal pero no con cualquier parte de su cuerpo. Ahora bien, puesto que todo sonido tiene lugar cuando algo golpea sobre algo y en algo y esto último es el aire, lo lógico es que solamente emitan voz aquellos animales que reciben aire en su interior”[8]. Primero, según lo citado, la voz es el sonido peculiar emitido por un ser animado. Hay seres que aunque animados no pueden emitir voz porque no poseen la estructura orgánica material para ello, es el caso de lo seres animados que poseen branquias. Por otro lado, el medio de estos seres no es el aire por lo cual no poseen la estructura capacitada para recibir aire en su interior, condición necesaria para hacer posible la emisión de la voz. Por otra parte, al no tener como medio el aire no puede producirse el sonido bajo la  proporcionalidad que lo caracteriza, es decir, no se logra pasar del sonido en potencia al sonido en acto. Al no poseer la estructura fisiológica adecuada tampoco sucede que sean capaces de articular un sonido como el de la voz. Así como el sonido depende del aire y de objetos específicos que ponen en movimiento este medio que permite el paso del sonido en potencia al sonido en acto, así también la voz requiere de las mismas condiciones para ser posible. Un paso importante que Aristóteles da en el recién citado texto es el de la idea que sólo emiten voz aquellos seres animados que reciben aire en su interior, es decir, que pueden respirar o más bien realizar el movimiento que supone y requiere la respiración. Este tipo de seres poseen en si mismos la capacidad de poner en movimiento el aire bajo la acción del inspirar y el respirar.

En este sentido, veamos un segundo texto: “El órgano de la respiración es, a su vez, la laringe, cuyo funcionamiento está al servicio de otra parte, a saber, el pulmón: precisamente en virtud de este órgano los animales terrestres poseen más calor que los demás. Ahora bien, es la zona que rodea al corazón la que de manera primordial necesita de la respiración (…) En conclusión, la voz es el golpe de aire inspirado, por la acción del alma residente en estas partes del cuerpo, contra lo que se denomina tráquea”[9]; y a continuación,  “…la voz se emite al hacer que golpee contra la tráquea el aire contenido en ella sirviéndose al efecto del inspirado”[10]. Ahora Aristóteles procede a describir la estructura orgánica que caracteriza y capacita a los seres animados capaces de emitir voz. Como bien se puede leer en la cita anterior, Aristóteles menciona el pulmón, la traquea, la laringe, como las partes que posee un ser animado que respira y que necesita del aire de un modo vital. Sin embargo, estas mismas partes son las que le permiten “administrar” el aire interiorizado para hacer algo más que respirar, es decir, emitir la voz. Aristóteles explica que gracias a que respiramos es que es posible la emisión de la voz. Pero no solo basta con el acto de inspirar y respirar. Se requiere un modo particular de acción sobre el aire, un “golpe” lo denomina nuestro pensador. Este modo especial de actuar sobre el aire que implica en consecuencia la emisión de la voz, Aristóteles  lo atribuye al alma. Es decir, por un lado el ser animado que emite voz posee la estructuras capaces de producir este sonido, sin embargo, la voz es un sonido que posee la peculiaridad de conllevar un sentido y tener asociada una representación. Eso fundamentalmente, porque la posibilidad de representar a partir de un significado solo le es dada a los seres animado que tienen alma racional. En el caso de los peces solo poseen alma nutritiva.

Un ultimo argumento textual para fundamentar nuestra exposición dice así:   “Y, como dijimos, no todo sonido de un animal es voz –cabe, en efecto, producir sonidos con la lengua así tosiendo-, sino que ha de ser necesariamente un ser animado el que produzca el golpe sonoro y éste ha de estar asociado a alguna representación, puesto que la voz es un sonido que posee significación y no simplemente, como la tos, el sonido del aire inspirado”. El sonido, como ya hemos dicho,  es una cierta proporción, una medida de aire puesta en movimiento; siendo el sonido una medida es que podemos tener noticia de lo agudo y lo grave, según Aristóteles[11].  Además ha señalado nuestro autor que la voz es un sonido producido por un animal pero no con cualquier parte de su cuerpo. La voz es un golpe cuyo agente es el alma residente en estas partes de cuerpo, esto es, la traquea, la laringe y el pulmón. Estas partes son funcionalmente estructuras que permiten la emisión de la voz, particularmente la traquea, como ya también hemos dicho. El golpe sobre algo duro y liso permite el movimiento del aire que a su vez produce el sonido. El sonido es la proporción de ese aire en movimiento. Para que se produzca el sonido tiene que haber un golpe sobre un objeto con las características antes señaladas entonces de produce el desplazamiento del aire en una cierta proporción. Lo que sucede entre el golpe y el órgano sensorio de la audición es el sonido en acto.
Según nuestra lectura, Aristóteles explica el modo en que se produce el sonido en objetos capaces de generarlo y las estructuras funcionales que caracterizan al ser animado capaz de emitir voz. Lo mismo que ocurre externamente en la producción de un sonido instrumental sucede internamente con  los seres animados. Aristóteles además de destacar las estructuras fisiológicos que posibilitan que se produzca la voz, necesita explicar la causa que esta detrás del golpe sobre estas estructuras y e aire en movimiento que sirve de medida para la voz; sólo que ahora agrega que la voz es mas que un sonido en tanto lleva asociada una representación, puesto que la voz es un sonido que posee significación ¿cómo se lleva a cabo este golpe que produce la voz? No basta sólo con respirar, sino que implica una cierta forma de “retención del aire” o un control que lo proporciona. El ejemplo de la  tos le sirve a Aristóteles para explicar que no basta con el aire (la tos es una reacción violenta y no controlada) sino con una cierta manera de actuar sobre él. Se retiene el aire y se lo deja desplazarse en un movimiento proporcionado, la proporcionalidad esta dada por la intencionalidad que le viene al ser animado que  emite voz desde sí mismo, es decir, presuponiendo ya para la articulación un significado. Este significado asociado a la proporcionalidad con la que se articulada la voz es la representación que la acompaña.






Conclusiones.

 Hay cosas, que por su estructura, tienen la capacidad (potencial) de producir sonido, pero no basta con esto debe darse un golpe y un medio que actualice el sonido. Aristóteles analiza el modo en que se produce el sonido en los objetos duros y lisos con el objeto de explicar como se da la voz en el ser animado. La voz es el resultado de la estructura que esta capacitad de producir la voz, pero no basta solo con les estructura material, se necesita golpear  esa estructura   para actualizar la capacidad de producir la voz. El agente, vale decir, lo que golpea esa estructura (equivalente a los objetos lisos y duros que tienen la capacidad de poner en movimiento una proporción de aire) es el alma.
¿Cómo es esto posible? Fundamentalmente porque, por un lado, hay una estructura material que permite esto y por otro, porque los seres animados capaces de voz pueden hacer de ese sonido uno de carácter peculiar por la proporcionalidad que este conlleva, la de significar y representar. ¿Cómo sabe hacer esto el ser animado capaz de voz? Aquí arriesgo la siguiente respuesta: ha aprehendido a articular o hablar viendo a otros y escuchando de otros esta proporcionalidad. Aristóteles entiende al ser animado que posee alma racional como un “animal de lenguaje”, por el lenguaje se entiende la capacidad de argumentación y la “vida política” que esta detrás de ella. En esta idea que la voz posee un significado y por lo tanto conlleva una representación ya encontramos presente esta concepción aristotélica.



[1] De anima, traducción Tomás Calvo Martínez, 1983, Madrid, España. Ediciones Biblioteca Clásica Gredos; 417b 10.
[2] 419b 10
[3] 419b 5-8.
[4] 419b 15.
[5] 420a  20.
[6] 419b 5.
[7] 420b 5.
[8] 420b 15.
[9] 421a.
[10] 420b 20-25.
[11] Cf. 420a 30.

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