Introducción
En
el libro segundo del De anima,
capitulo VI, Aristóteles explica el concepto de “sensible propio”:
“Sensible” se dice de tres clases de
objetos, dos de los cuales diremos que son
sensibles por sí, mientras que el tercero lo es por accidente. De los
dos primeros, a su vez, uno es propio de cada sensación y el otro de común a
todas. Llamo, por lo demás, “propio” a aquel objeto que no puede ser percibido
por ninguna otra sensación y en torno al cual no es posible sufrir error, por
ejemplo, la visión del color, la audición del sonido y la gustación del sabor”[1].
El sensible propio, según nuestro pensador, es el objeto que le es propio a un
sentido, por ejemplo, a la vista o la visión en la medida que ve un objeto, a
la audición en la medida que escucha un sonido. En el caso de la visión el
objeto o sensible propio a este sentido es el color, en el caso de la audición
es el sonido. Son además, sensibles propios, porque estos objetos no pueden ser
percibidos de otro manera, por ejemplo, el color por la vista, el sonido por la
audición , el sabor por la gustación.
Por
otra parte, en Aristóteles el concepto
de “sensible propio” se explica a partir de su doctrina de la potencia y el
acto. En los análisis aristotélicos sobre cada uno de los sentidos la doctrina
de la potencia y el acto es fundamental. Es lo que lleva a Aristóteles definir lo propio del sentido. Esto es, un
sensible propio es un objeto que pone en movimiento, actualiza, lo que esta en
potencia en un sentido, por ejemplo, en el sentido de la vista el ver, en el de
la audición el percibir un sonido. Una cuestión central en el análisis de
Aristóteles respecto a cada uno de los sentidos es el medio que posibilita el
transito de la potencia al acto, por ejemplo, en el caso de la visión que tiene
como sensible propio el color, Aristóteles dirá que el medio es la
transparencia; en el caso de la audición que tiene como sensible propio el
sonido, Aristóteles dirá que el medio es el aire.
En
este ensayo buscamos probar lo siguiente: Aristóteles demuestra que el alma es
agente productor de la voz explicando el modo en que se pasa del sonido en
potencia al sonido en acto, en objetos estructuralmente capacitados para
producir sonido. Para demostrar esta proposición central ofreceremos dos
proposiciones intermedias con una serie de argumentos que se sustentan en el
mismo texto de Aristóteles.
I
Primera
proposición. Aristóteles muestra las
condiciones para que se pase del sonido en potencia al sonido en acto. Explica
en que consiste el sonido en acto: “El sonido en acto es siempre producido por
algo, contra algo y en algo”[2].
Es decir, el sonido es producido por algo (un golpe), de un cierto modo (el
desplazamiento en un espacio) y sobre algo, un cierto soporte material
potencial de producir sonido.
Veamos el siguiente argumento aristotélico
sobre este asunto y los textos que lo fundamentan. Para que se produzca un sonido
ha de haber un soporte material que tenga
la capacidad de producirlo. Este soporte material actualiza dicha capacidad si
su estructura es capaz de poner en movimiento una cierta cantidad de aire
(desplazamiento). Es decir para Aristóteles el sonido es producido porque hay
una estructura que puede cumplir esta función,
señala: “De ciertas cosas
decimos que carecen de sonido, por ejemplo, la esponja y la lana; de otras
cosas -el bronce y los objetos duros y lisos-
decimos que sí lo tienen porque
pueden sonar, es decir, pueden producir un sonido en acto en aquel medio que se
encuentra entre ellas mismas y el oído”[3].
No es cualquier estructura material la capacitada para producir sonido. Se
necesita de un cierto soporte que tenga las condiciones de generar una cierta
proporcionalidad. En el caso de la audición y el sonido, una cierta medida de
aire en movimiento. El sonido para Aristóteles es una cierta medida o proporción.
Esta proporción la vehicula el medio entre el órgano sensorio y el sensible
propio de ese órgano. El paso de la potencia al acto esta en estrecha relación
con esta proporción. La actualización acontece bajo una medida con la cual, por
ejemplo, el sonido llega hasta el órgano sensorio del oído como sonido y no
como ruido. Cuando esto ocurre lo que tenemos es el paso de la potencia de oír
al oír en acto en términos de un cierto lógos (aisthesis). Subrayemos de este primer texto de Aristóteles que el
sonido es posible por ciertos objetos materiales que tiene la capacidad de
producirlo y esto porque estos objetos materiales pueden entrar en relación con
el medio que permite la adecuación entre el órgano sensorio y el sensible
propio.
Un segundo
argumento textual de Aristóteles dice lo siguiente: “Como acabamos de decir, el
sonido no es el golpe de cualesquiera objetos; la lana, en efecto, no produce
sonido alguno por más que la golpee, pero sí lo producen el bronce y toda
suerte de objetos lisos y huecos: el bronce, por ser liso, y los objetos huecos
porque en virtud de la repercusión producen reiterados golpes además del
primero al no poder escapar el aire puesta en movimiento. Añadiremos que se oye
en el aire y también en el agua, pero menos. El agente principal del sonido no
es, sin embargo, ni el aire ni el agua, sino que es preciso que objetos duros
se golpeen mutuamente y golpeen el aire”[4].
Para que se produzca el sonido debe haber una agente o causa. Aristóteles
señala que este agente es un golpe entre dos cosas u objetos duros. Sin embargo,
a pesar de que no se produce sonido si no es porque primero se golpea algo
contra algo, no basta el mero hecho de golpear, algo más se necesita y esto es
que los objetos que se golpean entre si tenga una cierta consistencia y
estructura (que incluye su forma), “duros” y “lisos”, dice Aristóteles. Es
decir, los factores que condicionan la producción de un sonido son un golpe y objetos de una determinada
composición material. Si están presentes los dos factores anteriores entonces el medio entra en actividad bajo una
cierta proporción que en el caso de la audición es el sonido. El objeto material
que tiene la capacidad de producir sonido además de ser duro y liso debe tener
una forma específica, es decir, debe ser
hueco. Aristóteles explica que los
objetos que poseen una cavidad pueden albergar aire, lo dirá mas adelante
cuando explica el órgano sensorio del oído. Los objetos huecos esta en mejor
disposición para poner en movimiento el medio que hace posible el sonido esto
porque pueden vibrar o, como dice Aristóteles, repercutir. Se puede reconocer de
un modo medianamente accesible que para Aristóteles el sonido no es cualquier
tipo de vibración, pero además que el agente del sonido no es cualquier golpe
que se infiere a objetos capaces de producir sonido. Por consiguiente, se trata
de un modo de poner en movimiento el medio en el cual el sonido en potencia
pasa a ser sonido en acto y para ello se requiere de cierta proporcionalidad de
la estructura material generadora del sonido, del agente que actúa sobre esta
estructura, del medio que actualiza el sonido y del órgano sensorio que capta
esta proporción.
En un tercer
texto Aristóteles comenta: “¿Qué es lo que suena, el objeto que golpea o el golpeado? Más bien uno y otro aunque de distinta
manera: el sonido es, en efecto, el movimiento de algo capaz de moverse en la
forma en que lo hacen aquellos objetos que, al hacerlos chocar, rebotan en una
superficie lisa. Ya ha quedado aclarado que no
todo objeto que golpea y es golpeado suena, por ejemplo, si una aguja
choca con otra aguja; antes al contrario, es preciso que el objeto golpeado sea
liso para que rebote y vibre el aire en bloque”[5].
Nuevamente Aristóteles vuelve sobre los objetos capaces de producir sonido.
Estos deben tener una cierta estructura para hacer posible el sonido. El
soporte material es necesario para que
se produzca la proporcionalidad adecuada a un sonido. La estructura material
debe ser aquella capaz de “administrar”
esta proporcionalidad que haga posible el paso del sonido en potencia al sonido en acto[6].
Por otro lado, hay que subrayar de esta cita consignada que ahora Aristóteles
enfatiza que el objeto golpeado ejerce una acción sobre el aire puesto en
movimiento por él, es decir, es capaz de poner en movimiento una cantidad de
aire. El objeto golpeado, por la vibración, es capaz de estar en movimiento,
por consiguiente, es capaz de poner en actividad el medio del sonido y hacerlo
de un modo sostenido, por lo menos, por una cantidad de tiempo y bajo un cierto
control.
II
Segunda
proposición. Aristóteles explica que en el caso del ser animado que puede
emitir voz, un nivel más complejo de sonido, esto es posible porque el modo en
que se pasa de la potencia al acto, además de poseer las mismas características
“fenomenológicas” que producen el
sonido, el agente es el alma.
La proposición
anterior esta sostenida en el argumento que demuestra, por un lado, que la voz en el ser animado está en potencia
porque posee el soporte material que funcionalmente posibilita la emisión de la
voz. Pero la voz no es un sonido cualquier porque el agente es el alma. La voz
es un modo muy peculiar de proporcionalidad y esto porque le esta asociada una representación.
El primer
argumento textual que respalda lo señalado anteriormente es el siguiente: “La
voz es un tipo de sonido exclusivo del ser animado”[7];
por otro lado explica, “Por lo
demás, aquellos peces de que se dicen
que poseen voz- como los del río Arqueloo- se limitan a producir sonidos con
las branquias o con cualquier otra parte por el estilo. La voz, por el
contrario, es un sonido producido por un
animal pero no con cualquier parte de su cuerpo. Ahora bien, puesto que todo
sonido tiene lugar cuando algo golpea sobre algo y en algo y esto último es el
aire, lo lógico es que solamente emitan voz aquellos animales que reciben aire
en su interior”[8].
Primero, según lo citado, la voz es el sonido peculiar emitido por un ser
animado. Hay seres que aunque animados no pueden emitir voz porque no poseen la
estructura orgánica material para ello, es el caso de lo seres animados que poseen
branquias. Por otro lado, el medio de estos seres no es el aire por lo cual no
poseen la estructura capacitada para recibir aire en su interior, condición
necesaria para hacer posible la emisión de la voz. Por otra parte, al no tener
como medio el aire no puede producirse el sonido bajo la proporcionalidad que lo caracteriza, es
decir, no se logra pasar del sonido en potencia al sonido en acto. Al no poseer
la estructura fisiológica adecuada tampoco sucede que sean capaces de articular
un sonido como el de la voz. Así como el sonido depende del aire y de objetos
específicos que ponen en movimiento este medio que permite el paso del sonido
en potencia al sonido en acto, así también la voz requiere de las mismas
condiciones para ser posible. Un paso importante que Aristóteles da en el
recién citado texto es el de la idea que sólo emiten voz aquellos seres
animados que reciben aire en su interior, es decir, que pueden respirar o más
bien realizar el movimiento que supone y requiere la respiración. Este tipo de
seres poseen en si mismos la capacidad de poner en movimiento el aire bajo la
acción del inspirar y el respirar.
En este sentido,
veamos un segundo texto: “El órgano de la respiración es, a su vez, la laringe,
cuyo funcionamiento está al servicio de otra parte, a saber, el pulmón:
precisamente en virtud de este órgano los animales terrestres poseen más calor
que los demás. Ahora bien, es la zona que rodea al corazón la que de manera
primordial necesita de la respiración (…) En conclusión, la voz es el golpe de
aire inspirado, por la acción del alma residente en estas partes del cuerpo,
contra lo que se denomina tráquea”[9];
y a continuación, “…la voz se emite al
hacer que golpee contra la tráquea el aire contenido en ella sirviéndose al
efecto del inspirado”[10].
Ahora Aristóteles procede a describir la estructura orgánica que caracteriza y
capacita a los seres animados capaces de emitir voz. Como bien se puede leer en
la cita anterior, Aristóteles menciona el pulmón, la traquea, la laringe, como
las partes que posee un ser animado que respira y que necesita del aire de un
modo vital. Sin embargo, estas mismas partes son las que le permiten “administrar”
el aire interiorizado para hacer algo más que respirar, es decir, emitir la
voz. Aristóteles explica que gracias a que respiramos es que es posible la emisión
de la voz. Pero no solo basta con el acto de inspirar y respirar. Se requiere
un modo particular de acción sobre el aire, un “golpe” lo denomina nuestro
pensador. Este modo especial de actuar sobre el aire que implica en
consecuencia la emisión de la voz, Aristóteles lo atribuye al alma. Es decir, por un lado el
ser animado que emite voz posee la estructuras capaces de producir este sonido,
sin embargo, la voz es un sonido que posee la peculiaridad de conllevar un
sentido y tener asociada una representación. Eso fundamentalmente, porque la
posibilidad de representar a partir de un significado solo le es dada a los
seres animado que tienen alma racional. En el caso de los peces solo poseen
alma nutritiva.
Un ultimo
argumento textual para fundamentar nuestra exposición dice así: “Y, como dijimos, no todo sonido de un animal
es voz –cabe, en efecto, producir sonidos con la lengua así tosiendo-, sino que
ha de ser necesariamente un ser animado el que produzca el golpe sonoro y éste
ha de estar asociado a alguna representación, puesto que la voz es un sonido
que posee significación y no simplemente, como la tos, el sonido del aire
inspirado”. El sonido, como ya hemos dicho,
es una cierta proporción, una medida de aire puesta en movimiento;
siendo el sonido una medida es que podemos tener noticia de lo agudo y lo
grave, según Aristóteles[11]. Además ha señalado nuestro autor que la voz
es un sonido producido por un animal pero no con cualquier parte de su cuerpo.
La voz es un golpe cuyo agente es el alma residente en estas partes de cuerpo,
esto es, la traquea, la laringe y el pulmón. Estas partes son funcionalmente
estructuras que permiten la emisión de la voz, particularmente la traquea, como
ya también hemos dicho. El golpe sobre algo duro y liso permite el movimiento
del aire que a su vez produce el sonido. El sonido es la proporción de ese aire
en movimiento. Para que se produzca el sonido tiene que haber un golpe sobre un
objeto con las características antes señaladas entonces de produce el
desplazamiento del aire en una cierta proporción. Lo que sucede entre el golpe
y el órgano sensorio de la audición es el sonido en acto.
Según nuestra
lectura, Aristóteles explica el modo en que se produce el sonido en objetos
capaces de generarlo y las estructuras funcionales que caracterizan al ser
animado capaz de emitir voz. Lo mismo que ocurre externamente en la producción
de un sonido instrumental sucede internamente con los seres animados. Aristóteles además de
destacar las estructuras fisiológicos que posibilitan que se produzca la voz,
necesita explicar la causa que esta detrás del golpe sobre estas estructuras y
e aire en movimiento que sirve de medida para la voz; sólo que ahora agrega que
la voz es mas que un sonido en tanto lleva asociada una representación, puesto
que la voz es un sonido que posee significación ¿cómo se lleva a cabo este
golpe que produce la voz? No basta sólo con respirar, sino que implica una
cierta forma de “retención del aire” o un control que lo proporciona. El
ejemplo de la tos le sirve a Aristóteles
para explicar que no basta con el aire (la tos es una reacción violenta y no
controlada) sino con una cierta manera de actuar sobre él. Se retiene el aire y
se lo deja desplazarse en un movimiento proporcionado, la proporcionalidad esta
dada por la intencionalidad que le viene al ser animado que emite voz desde sí mismo, es decir,
presuponiendo ya para la articulación un significado. Este significado asociado
a la proporcionalidad con la que se articulada la voz es la representación que
la acompaña.
Conclusiones.
Hay cosas, que por su estructura, tienen la
capacidad (potencial) de producir sonido, pero no basta con esto debe darse un
golpe y un medio que actualice el sonido. Aristóteles analiza el modo en que se
produce el sonido en los objetos duros y lisos con el objeto de explicar como
se da la voz en el ser animado. La voz es el resultado de la estructura que
esta capacitad de producir la voz, pero no basta solo con les estructura
material, se necesita golpear esa
estructura para actualizar la capacidad
de producir la voz. El agente, vale decir, lo que golpea esa estructura
(equivalente a los objetos lisos y duros que tienen la capacidad de poner en
movimiento una proporción de aire) es el alma.
¿Cómo
es esto posible? Fundamentalmente porque, por un lado, hay una estructura
material que permite esto y por otro, porque los seres animados capaces de voz
pueden hacer de ese sonido uno de carácter peculiar por la proporcionalidad que
este conlleva, la de significar y representar. ¿Cómo sabe hacer esto el ser
animado capaz de voz? Aquí arriesgo la siguiente respuesta: ha aprehendido a
articular o hablar viendo a otros y escuchando de otros esta proporcionalidad. Aristóteles
entiende al ser animado que posee alma racional como un “animal de lenguaje”,
por el lenguaje se entiende la capacidad de argumentación y la “vida política”
que esta detrás de ella. En esta idea que la voz posee un significado y por lo
tanto conlleva una representación ya encontramos presente esta concepción
aristotélica.